LA ETICA


LA ETICA COMO FUENTE DE FELICIDAD

La filosofía nos ofrece un rumbo diferente en nuestra búsqueda de la felicidad: para estar bien tenemos que obrar bien.

 

            La felicidad está de moda y, como todas las modas, corre el riesgo de comercializarse. En la actualidad, los expertos en felicidad proceden de las ciencias “psi”: psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, entrenadores personales...

 

            En la Grecia clásica, madre del pensamiento occidental, la ética era la encargada de estudiar la felicidad y los modos de alcanzarla, cosa que ahora nos resulta chocante. También se ocupaba de los sentimientos y de la personalidad, pero no se quedaba ahí. Afirmaba que para ser feliz no bastaba con “entirse bien” sino que es preciso “actuar bien.

 

            Si hay un concepto que parece fundamental para una vida satisfactoria es el de la autoestima. Hoy en día se entiende que nada se puede hacer sin ella. Quien la ha perdido ha perdido también la fuente primaria de su energía.

 

            Pero un psicólogo tan partidario de la psicología positiva como Martín Seligman ha formulado una crítica rigurosa:

 Los padres se esfuerzan en inculcar autoestima a los niños. Pero el modo en que lo hacen a menudo erosiona el sentido del valor del niño. Al hacer hincapié en lo que el niño “siente”, a expensas de lo que “hace” –aprender, perseverar, superar la frustración o abordar los obstáculos- padres y profesores están haciendo a esta generación de niños vulnerables a la depresión.”

 

Y viniendo de uno de los mayores expertos mundiales habrá que tomarse en serio la advertencia. Asi pues, necesitamos la autoestima, pero la autoestima tal como se entiende en general, puede resultar contraproducente. Entonces, ¿tiene solucion este problema? Si. La ética la proporciona. En ética, en vez de hablar de autoestima, hablamos de la “conciencia de la propia dignidad”, saber que todo ser humano es intrínsecamente valioso en si mismo, con independencia de su raza, cultura, situación económica, salud o aspecto físico.

 

            De aquí se desprende una consecuencia muy beneficiosa desde el punto de vista psicológico: cada uno de nosotros, por ser intrínsecamente valioso como persona, debe ser protegido, cuidado por los demas y tambien por uno mismo. Y debo ser consciente de mi dignidad y actuar en consecuencia, es decir, dignamente. Si lo hago, facilito mi relación con los demás y fomento una fundada autoestima.

            La etica continua siendo imprescindible en el camino de la felicidad.

 

 “Según la filosofia dde la Grecia clásica, la clave del bienestar del hombrereside en la nobleza de sus actos”.

 

“La autoestima depende tambiende actuar con dignidad, porque entonces se mejora la relación con los demás.”

 

  

 

JOSE A. MARINA

(Filósofo y escritor. Premio nacional de ensayo)